Relato autobiográfico

Para comenzar esta página me gustaría que podamos intercambiar nuestras biografías lúdicas.
A mi me gustaría compartir un relato auto-referencial que describe momentos lúdicos de mi infancia y de mi rol de mamá. Espero les guste y los invito a compartir sus historias.
                          “La estrategia…la historia se repite.”



Ahora que ya no está, constantemente da vueltas en mi cabeza  una frase que ella decía: “La historia siempre se repite”. 
Soy María Elena, la menor de seis hermanos, petiza  pero observadora.
Vivíamos en un pueblo del interior de la provincia de Jujuy, donde el aroma  a cachaza y caramelo se mezclaban sutilmente.
Yo era muy feliz… porque jugaba todo el día y era bastante consentida. Pero había un mes en el año, en que todo era misterio, palabras dichas  al oído, planes…  Al principio no entendía nada, pero lo cierto es que  mis hermanos desaparecían por algunas horas y yo desesperada sin poderlos encontrarlos.
Entonces escucho la voz de mi mamá:
-Ayudame a buscar a estos atorrantes… ¡todos los años me hacen lo mismo!  
Se escuchan puertas que abren , otras que se cierran  …pero los chicos…. ¡invisibles! Ese año yo cumplía cinco  o seis, no recuerdo bien.
Suena el timbre y corro a atender…y  unas señoritas muy, muy…como describirlas…muy…"blancas",  sí, con delantal blanco, medias blancas, zapatos blancos,  un casquete blanco en la cabeza, una sonrisa  blanca, …me saludan.
-Está tu mamá...
-Sí, está buscando a los atorrantes… !digo, a mis hermanos!.  Y cuando me dispongo a llamarla me doy cuenta que también tenían una caja blanca, muy sospechosa, con una  + (cruz) color roja.
Desde ese día entré a formar parte del equipo de los atorrantes, porque se podrán imaginar con quién inauguraron la primera jeringa…
Sin embargo, con los años me propuse ser distinta…
-“El día que tenga mis hijos los voy a concientizar de  lo importante que son las vacunas para la salud…que solo es una picadura de mosquito que molesta un poco y se va…  y así lo hice.
Tomás el mayor de mis hijos pasó la prueba airoso y por supuesto, con regalos aplacadores de ánimos rebeldes: un autito control remoto, para la primera vez, ladrillos para construir un castillo la segunda y así. Debo reconocer que me salió cara la pedagogía, pero al menos evitaba tener que correr para atraparlo.
-¡Listo, pensé, que buena madre…ni una lagrima….ni un juego de las escondidas!.
Sabiendo que se acercaba el día, cariñosamente( gesto) le cuento a mi hija Milagros lo que podía suceder. Y claro que… resalté, los regalos  a cambio de salud y buen comportamiento. Tomás asentía   mirándola con unos ojos …El tiempo pasó y volvían a mí esos recuerdos de la infancia: Mi mamá buscando en los placares, armando un batallón para poder localizar a cada uno de sus seis hijos. Porque para colmo  en aquella época, de mucho aroma a lapachos, no se había inventado las dobles, triples…. Y mucho menos las cuádruples como ahora… te la ponían de a una, con una agujas así   con jeringas de vidrio que se hervían para  volver a utilizar… En fin, pobre nosotros y pobre mi madre…
Gracias a Dios yo supe resolver  la situación sin mayores complicaciones.
Al buscar a los chicos de la escuela, por cierto un poco más tarde que lo acostumbrado, Milagros me dice:
-Mami, hoy vinieron a vacunarnos...
Mi cara de satisfacción y triunfo, de sabor a cosa bien hecha 
_ ¡Qué bueno!,  ¿viste que no dolió mucho?
-Pero….te hice un dibujito para vos, porque no podíamos sacar una foto, y yo quería que vos veas como… me dejé vacunar
Que amor…pensé. Cuando llegamos a casa, sin perder el tiempo, sacó su cuaderno  típico de primer grado y me lo mostró…
Fue tanta la emoción  y el orgullo: tenía un título  en el medio de la hoja que decía:
LA BACUNA FUE DIBINA”, vacuna y divina con B larga. Abajo, un hermoso dibujo, todo coloreado donde estaba Milagros, rodeada de sus compañeros, con lagrimones que no terminaban de caer, con las mangas aremangadas y agujeritos bien marcados en el hombro. Ella en el exacto momento en que está por tocar la piel el dichoso mosquito, con su bracito extendido y una sonrisa blanca…
Tal era mi orgullo que el cuaderno deambuló hasta el anochecer entre los abuelos, padrinos, tíos…
Qué felicidad, …y qué alivio. No sería yo la que tenía que sufrir por mi hijita y  pasar el mal rato.
 Al día siguiente, mientras trabajaba con mis alumnos de primer grado, llegaron a la escuela aquellas lindas Señoritas de blanco, que alguna vez esquivé con excusas  como:
_A mi no me pueden vacunar porque soy alérgica al metal de las agujas…y ante la duda zafaba. 
Pero ahora, grande y superada, les digo
_Qué alegría que sigan vacunando en las escuelas
-Ayer mismo vacunaron a mi hijita… 
- ¿En qué escuela? Me preguntan…y les respondo…
-Ah, sí…nosotras fuimos a vacunar ahí…
-Que casualidad y como se portaron los chicos
-¡Bárbaro! 
-¡Menos dos!....
-¿Nenas o varones…?
-Una nena y un varón…- Las posibilidades son menores, pensé…
- ¡Armaron un escándalo…, asustaron a los compañeros con su llanto …, corrieron por las escaleras ,  y finalmente..  Se escondieron .
-¡ Qué locura! Atiné a decirles, 
…Y en ese instante, fresca como nunca, volvieron a mi memoria las palabras de mi madre… abuela de Milagros….
“ La historia siempre se repite…uses la estrategia que uses”.- 

No hay comentarios:

Publicar un comentario